Metodología Mediala.

Mediación y gestión de conflictos en las organizaciones.  

Cuando hablamos de acciones de bienestar, el imaginario colectivo empresarial suele asociarlo casi inmediatamente a altos costes y a la necesidad de grandes infraestructuras. Esto es cierto sólo si contemplamos las iniciativas de enormes multinacionales que disponen de recursos sobrados para implementar, por ejemplo, un campus para practicar diversos deportes, clases de arte, e incluso piscinas y área de masajes.

No obstante, siendo realistas, la mayoría de las compañías -en el mundo entero- aunque tiene iniciativa para atender el bienestar de sus empleados, tiene recursos acotados que lo hacen recurrir a soluciones más sencillas y creativas, aunque igual de efectivas. Dicho esto, por ejemplo, hay prácticas específicas para promover el equilibrio entre la vida familiar y la vida laboral de las personas que más que altos costes y grandes infraestructuras, tienen como premisa el cuidado, la asistencia y la orientación a las personas que están viviendo un conflicto en algún ámbito de sus vidas.

Está claro que el conflicto sucede en la vida de todos y aunque se origine en un ámbito puntual, afecta a todos los demás; viaja con nosotros y no podemos soltarlo deliberadamente antes de entrar a un sitio y recogerla al salir como si de una mochila se tratase. Técnicamente a esta situación se la denomina espiral del conflicto y nos referíamos a ello en un artículo anterior.

Efectivamente, tenemos experiencia respecto a lo que supone transcurrir un problema personal o laboral particular, a las consecuencias que conlleva en cada caso y a la forma en la que nos afecta en los distintos entornos y relaciones. De hecho, nadie ignora lo que significa aquello de “no es contigo, perdona, es que no puedo controlar lo que me pasa”. 

Por ejemplo, un divorcio en no tan buenos términos -es decir, un conflicto originado en el ámbito familiar-, puede generar en la persona enfado e irritabilidad y algunas preocupaciones financieras. Lo que es claro es que el trabajador/a tendrá el foco puesto en ese evento y, en muchos casos, querrá compartirlo con algunos de sus compañeros/as. Esto tiene una traducción laboral muy simple: baja el rendimiento y la atención y aumenta la dispersión general y, producto de la irascibilidad, aumenta también la posibilidad crear nuevos conflictos.

Cuando el problema se origina en el trabajo, dentro de un equipo, con un jefe o con un compañero/a, puede ser aún más complejo porque la posibilidad de desahogarse verbalmente se acota. No obstante, teniendo en cuenta la espiral, no es difícil imaginar que el efecto de este malestar será extensivo también al entorno íntimo de la familia o de su vida social.

La asistencia mediadora como acción de bienestar.

Este servicio implantado con éxito por nuestras especialistas, Carol Pinilla y Montse Mir, es valorado muy positivamente por los empleados y supone una muy buena experiencia para los directivos de cualquier organización. Tal vez por este motivo es una modalidad que se vuelve cada vez más usual y es -muchas veces- el origen para que la empresa se plantee incorporar la cultura mediadora como parte de la estrategia global. ¿Por qué? Básicamente porque los beneficios son muchos y porque fomentar el bienestar individual contribuye a la construcción de un ecosistema empresarial más saludable. 

Cuando las personas comparten lo que les pasa, logran, rápidamente:
  • Desahogar su malestar con profesionales imparciales.
  • Madurar en conflicto. Toman conciencia de su parte de responsabilidad en la situación.
  • Reconectar con ellos mismos. Y con sus recursos para resolver la situación y/o para conseguir un afrontamiento más saludable.
  • Tomar verdadera dimensión de cómo el conflicto ocupa y bloquea su mente a la hora de enfocarse en otras cosas que requieren su atención.
  • Recibir orientaciones sobre el conflicto concreto. Ayudarle a la persona a ampliar la perspectiva y las alternativas de acción.

El bienestar individual contribuye al bienestar colectivo.